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Lunes, 26 de marzo de 2012   |  Número 27
tribuna
Alfonso Delgado Rubio, Catedrático de Pediatría y Puericultura de la Universidad CEU San Pablo y director del Departamento de Pediatría de HM Hospitales
La Pediatría en la sanidad privada

Debo confesar de entrada que me resisto a diferenciar entre una Pediatría en la sanidad privada y otra en la pública, y que esta distinción en cualquiera de las áreas o especialidades sanitarias es una falacia que no debemos aceptar, ya que ambas “sanidades” no son contrapuestas sino complementarias y entre ellas debe existir una leal y positiva competencia, ya que ambas están al servicio de la sociedad.

Una vez sentadas estas bases conceptuales podemos afirmar que la Pediatría, que no es más que la Medicina Interna de la infancia y la adolescencia, goza en nuestro país de un extraordinario prestigio. Este se debe a un hecho tan simple y elemental como que los niños en España son controlados, diagnosticados y tratados por especialistas en Pediatría, situación que sólo se da en Italia y en España. En el resto de los países del área anglosajona los niños son vistos habitualmente por el médico de familia (general practitioner) y sólo los casos complicados o los que requieren hospitalización pasan a ser atendidos por especialistas en Pediatría. Esta positiva diferencia entre la atención pediátrica ha permitido que países que tienen un mayor desarrollo económico y social que el nuestro tengan parámetros de mortalidad infantil, índices de morbilidad, coberturas vacunales, etc, inferiores a los nuestros. En la defensa de estos “privilegios” para los niños, los pediatras españoles llevamos muchas décadas empeñados en que no cambie nuestro sistema de atención pediátrica y venga sustituido por el inglés, ya que ha habido reiterados intentos encaminados a cometer este inmenso error.

Se puede confirmar la bondad de nuestro sistema por los datos objetivos que se derivan del mismo y recuerdo que durante mi largo periodo (1998-2009) como presidente de la Asociación Española de Pediatría (AEP) tuve el honor de recibir visitas, en Madrid, de sociedades de Pediatría de distintos países centroeuropeos que venían a interesarse y conocer más a fondo el sistema de atención pediátrica en España para tratar de implementarlo en sus países a la vista de nuestros excelentes parámetros en el campo de la asistencia infanto-juvenil.

A fin de mantener un número suficiente de pediatras que puedan subvenir a todas las necesidades de especialistas que requiere nuestro excelente sistema de atención sanitaria es obligado que la administración oferte el suficiente número de plazas de Pediatría en el sistema MIR que permita que la inmensa mayoría de los niños sean atendidos por estos especialistas. Esta reivindicación debe ser comprendida y posteriormente atendida por nuestras autoridades sanitarias, tanto autonómicas como estatales.

Es una flagrante realidad que en la actualidad en algunos servicios de Pediatría, especialmente en el área de Urgencia, de algunos hospitales públicos de nuestro país no se disponen de Pediatras, no porque no quieran sino porque no existen suficientes especialistas, lo que de alguna forma impide una óptima asistencia.

Esta situación no suele darse en las unidades de servicios de Pediatría de la sanidad privada, ya que tanto la administración general como las propias compañías aseguradoras tienen unos altísimos niveles de exigencia y obligan a disponer de especialistas pediátricos para la asistencia de todos sus afiliados.

Por otra parte hay que recordar que los pediatras que trabajan en la sanidad privada, ya sea de forma exclusiva o como forma complementaria de su actividad en la pública, proceden todos del sistema MIR o bien están sometidos a los estrictos controles que con todo rigor exige la Comisión Nacional de Especialistas, en este caso de Pediatría, de la que he sido miembro durante más de 10 años, motivo por el cual conozco su nivel de exigencia de acreditación de competencia para con los profesionales que se formaron como pediatras fuera de España y que pretenden trabajar como especialistas en nuestros país.

Una vez más se exponen razones de que la sanidad privada supone un evidente complemento de la pública y como ésta puede venir ayudada, descargando su presión asistencial tanto a nivel de urgencias como de consultas ambulatorias, o bien de hospitalización por el sistema privado, que ofrece unos niveles de calidad científica, profesional y tecnológica de primer orden y una vías de colaboración muy fluidas y cordiales entre los profesiones de los sistemas públicos y privados.

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